El café no solamente sirve para despertarse por la mañana, sino que también es una bebida con la que deleitarnos el paladar. Eso sí, siempre que alcance unos estándares de calidad. Acompáñame a descubrir el café San Agustín, un café que no solo se bebe, sino que también se disfruta.
El café es una bebida que nos conquista por muchas razones: su profundo sabor, un aroma inconfundible, ese aporte de energía que ayuda a activarnos… Por algo el café es la tercera bebida más consumida del mundo, por detrás del agua y del té.
Sin embargo, lo que para algunos es simplemente un gesto intrascendente, para otros llega a convertirse en todo un ritual, una pausa en la que esa taza de café merece toda nuestra atención. Es en este punto donde solamente un café de especialidad es capaz de satisfacer las exigencias de los amantes esta bebida.
Uno de estos cafés es el que elabora la marca San Agustín, un pequeño tostadero de café que se vuelca en la búsqueda de nuevos y deliciosos aromas con los que despertar los sentidos.
He tenido el placer, nunca mejor dicho, de probar algunas de sus variedades y me gustaría contarte mi opinión sobre ellas. Pero antes, conozcamos algo más sobre San Agustín y los cafés de especialidad.
¿Qué es el café de especialidad?
Pese a que no existe una definición precisa, sí hay un consenso entorno a las características que debe tener el café de especialidad para que pueda ser denominado como tal.
Por simplificar, el café de especialidad es aquel cuyo proceso de producción se ha mimado de principio a fin. Se elabora a partir de granos de alta calidad cultivados en unas condiciones climatológicas idóneas. Posteriormente, estos granos se tuestan en su punto álgido de sabor y aroma, para luego ser molidos y preparados adecuadamente bajo unos estándares concretos.
Además, el café de especialidad debe recibir una calificación de 80 puntos o más, en una escala de 100, según las normas de la Specialty Coffee Asociation of America (SCAA).
Un café de especialidad, como el de San Agustín, se caracteriza por la ausencia de defectos y un aroma, sabor y personalidad excepcionales. como es el caso del café San Agustín.
San Agustín: un tostadero que sabe cómo tratar el café
Situado en la provincia de León, San Agustín es un tostadero de café capitaneado por Luis Ángel Garrido, un barista y tostador de café certificado por el Instituto de Café Español.
Fue en 2011 cuando Garrido, en su búsqueda de los sabores y aromas más auténticos, comenzó a tostar cafés de especialidad. Desde entonces, su propósito es conseguir la mejor calidad en sus mezclas, dotándolas del equilibrio y personalidad necesarias para satisfacer las expectativas de sus clientes.
Para ello, Café San Agustín no solo cuida al máximo el proceso de tueste y la creación de blends, sino también la elección materia prima. Solamente trabajan con cosechas de café fresco y recolectado en su punto óptimo, nunca cafés envejecidos o de oferta.
Entrar en el mundo del café de especialidad implica un afán por explorar nuevos sabores, orígenes, variedades, procesos… Para San Agustín supone una constante búsqueda de nuevas mezclas y combinaciones de aromas, en la que también se tiene en cuenta la trazabilidad del producto, desde las fincas de los productores, hasta el consumidor final.
La importancia del tueste
Dominar el proceso de tueste es fundamental para extraer todos los aromas y bondades del café. En San Agustín utilizan un método denominado omni tueste. Es decir, el café se tuesta en un solo perfil, gracias al cual se consigue un café óptimo para prepararse tanto en máquina espresso, como mediante filtrado.
Antes de decidirse por un perfil, se hacen diferentes pruebas y ajustes de parámetros para buscar la mayor calidad. Así se consigue resaltar las cualidades de cada lote de granos verdes y aprovechar todo su potencial.
El café de especialidad debe disfrutarse recién tostado, por eso son cada vez más las empresas y consumidores que acuden a tostaderos locales para conseguir un producto fresco y aromático. Es algo que no puede ofrecer el café de las grandes marcas comerciales que compramos en el supermercado.
Para obtener lo mejor de cada grano, el café de San Agustín se tuesta diariamente y bajo pedido. No acumulan stock de café ya tostado. Una vez tostado y refrigerado, el café es envasado inmediatamente en bolsas de aluminio selladas.
Probando diferentes cafés de San Agustín
Hasta mis manos han llegado 4 tipos de café de San Agustín, todos elaborados con la variedad arábica. Este café ya empieza a conquistarnos por la vista, pues lo primero que llama la atención es el precioso diseño de sus paquetes. Cada uno viene decorado con una ilustración inspirada en el lugar de origen de esos granos.
Además, cada etiqueta informa minuciosamente del origen del café, dónde se ha cultivado o la fecha de tueste, entre otros detalles.
Las bolsas vienen equipadas con un cierre tipo zip que ayuda a la conservación del café una vez abierto el envase. Además, incluyen con una válvula que permite la correcta ventilación del exceso de dióxido de carbono que genera el café recién tostado.
Al abrir cada bolsa, un profundo aroma inunda la cocina, como un augurio de lo que vamos degustar.
El primero que pruebo, es el Hunda Oli, un café originario de la región de Jimma, en Etiopía. Está producido en la cooperativa Hunda Oli, a una altitud de entre 1950-2200 msnm. Resulta suave y tiene una acidez agradable y un toque afrutado, con rasgos de vainilla, naranja, albaricoque, frambuesa…
Seguimos en Etiopía, aunque para degustar el siguiente nos vamos a la región de Uraga. A una altitud de unos 2200 msnm se cultiva el café Guji Uraga, el cual destaca por su fragancia melosa, con notas de chocolate y de fruta roja. Tiene una acidez media dulce y un cuerpo cremoso.
Con el tercer café degustado, el Santa Bárbara, cambiamos de continente y llegamos a Colombia, concretamente a la región de Antioquia. Este café, cultivado a 1650 msnm, tiene un aroma intenso con notas de cacao, así como una acidez cítrica. Es fresco y tiene buen cuerpo.
Finalmente probamos el café Finca Buenavista, también cultivado en Colombia a 1650 msnm. Es un café con notas dulces de miel y toffee, además de toques florales y a naranja. Tiene una acidez media/alta y un cuerpo ligero.
Como conclusión, después de haber probado estas 4 variedades, aun sin ser experta en el mundo del café, doy fe de que es un gran producto. Solo el aroma que se desprende al abrir cada bolsa ya nos da una pista de que estamos ante un café especial. Una vez preparado, cada sorbo es rico en matices y aromas, y es fácil apreciar la personalidad propia de cada uno.
En definitiva, poco tiene que ver este café con los que encontramos en los supermercados o nos tomamos a la carrera en cualquier cafetería, así que te invito a que te des un paseo por la web de San Agustín y lo compruebes.